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Los truchos: capítulo III de la saga de corrupción policial.

10 enero 2024 - 16:39

(La Policía de la Provincia de Buenos Aires nació en 1.821, a su primera compra de armas se la robaron).

Las prácticas delictivas habituales de casi toda la Policía Bonaerense, y de otras también, están tan institucionalizadas que hasta son justificadas casi de manera natural por todos los integrantes de la fuerza.

Como todos saben, el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires es el responsable de proveer el dinero para que las policías de todos los municipios puedan patrullar, es decir que envía la plata para el combustible.

El dinero llega a cada Departamental de la misma manera. Semana tras semana cargan un monto X en diferentes tarjetas de débito, cada móvil policial tiene asignado un plástico y con él se paga en determinadas estaciones de servicio por el combustible del patrullero, a ese dinero destinado a la carga ordinaria de combustible se le suma otro monto para el refuerzo. Dicha carga debe rendir para todo el trabajo preventivo de la Policía de Seguridad, es decir, para el patrullaje ordinario y para acudir a atender los llamados que entran al 911. Teniendo en cuenta que dicho combustible ya suele ser poco, hay que sumarle el hecho de que los jefes se quedan con parte del dinero cargado en las tarjetas.

Cada miércoles los encargados de administración de las distintas dependencias policiales de la ciudad se tienen que acercar a la oficina de administración de la Jefatura Departamental de la Policía de Seguridad, en San Nicolás a cargo del Jefe Departamental comisario Inspector Marcelo Morales. Allí van a rendir los tickets expedidos por el combustible cargado en las estaciones de servicio y, además, llevan un sobre con el dinero restante, es decir, del combustible que no cargaron.

La metodología para hacerse del dinero requiere de la complicidad de algunas estaciones de servicio, si bien Prensa Libre SN conoce cuales son, por el momento no viene al caso mencionarlas. Los efectivos policiales que patrullan las calles nada tienen que ver con esto, solo reciben la orden de ir a cargar una cierta cantidad de combustible. Un responsable de cada dependencia es quien se dirige a las estaciones de servicio y paga el poco combustible que se le puso a los móviles y el resto del dinero lo recibe en mano por parte de los comerciantes cómplices. Si bien el Ministerio de Seguridad no envía dinero para evitar este tipo de prácticas fraudulentas, la viveza de ciertos policías pudo burlar el mecanismo para hacerse del efectivo, conllevando menos presencia policial en las calles.

En algunos casos, no menores por cierto, algunas dependencias reciben móviles nuevos o usados y desde la Jefatura Departamental no le proveen de esta tarjeta para el combustible, diciéndoles a los encargados de las dependencias que se arreglen como puedan. Obviamente, aquí se estarían robando el total del dinero enviado para el combustible destinado a patrullar las calles de la ciudad. Sería bueno poder creer que las prácticas que llevaba adelante el antiguo jefe de la Policía Local, Cepeda, (hoy Jefe del Comando de Patrullas), la cual consistía en exprimir los tanques de nafta de los patrulleros para cargar los vehículos personales como autos y lancha, ya no se están realizando.

Gente que no trabaja

Como es sabido, los efectivos policiales trabajan en lo que se llama Servicio Ordinario y fuera de este pueden realizar horas extras (CORES) o ir como Policía Adicional (POLAD). El POLAD puede ser contratado por cualquier empresa privada, esta debe ir a la comisaría para tramitar el servicio policial, después de ello el contratante tiene que abrir una cuenta en el Banco Provincia para depositar el pago destinado a dicha custodia. Los administrativos de cada comisaría, luego, le deben pagar a cada efectivo que realizó la custodia convenida. De ser así es todo legal, pero como siempre algunos efectivos le encuentran la falla al sistema para quedarse con lo que no es de ellos. Todo esto, como siempre, lo hacen los jefes policiales en complicidad con algunos efectivos que, de una manera u otra se ven beneficiados.

Hay dos modalidades de estafa que se emplean en la actualidad con los POLAD, una es cobrarle este servicio al privado de manera legal y enviar a cumplir la tarea a personal que está afectado a servicio ordinario. Por un lado, ningún policía más que el jefe cobra por esta maniobra y, por el otro, son varios policías menos patrullando las calles de la ciudad. La otra forma de esta estafa, un poco más sofisticada, es cuando hay un efectivo policial en connivencia con sus superiores. El arreglo (llamándolo burdamente para que se entienda) consiste en que el policía de bajo rango nunca cumpla con el servicio ordinario, ni con las horas extras (CORES) y haga solamente el servicio POLAD por un 50/50 del dinero, en el mejor de los casos, o por un 70/30 a favor del superior. Se podrían nombrar varios casos entre tantos, por ejemplo, si usted pasa por calle Reynoso (zona rural) verá un móvil con dos efectivos policiales de servicio que están custodiando una torre de alta tensión que le pertenece a una empresa privada. Y para no dejarlo con las ganas, algún fiscal desprevenido que crea que no tiene datos, puede corroborar los servicios POLAD del Banco Nación situado por Av. Falcón o el del Parque Industrial Norte (PIN).

Para aquellos que piden nombres sepan que Prensa Libre SN los tiene, aunque en esta oportunidad no se darán a conocer a los eslabones más débiles de esta cadena de corrupción, por ahora. 

En el Capítulo IV de la saga de corrupción policial y “novela de bajos recursos”, como llaman algunos a estos informes (porque es cierto, no tenemos dinero pero contamos la verdad), Prensa Libre SN dará a conocer los robos en los allanamientos efectuados por agentes policiales al mando de Ibarra y Allendes y con la anuencia del Jefe Departamental, Morales.

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