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La madrina malvada

12 junio 2017 - 11:26

PrensaLibreSn fue a buscar la versión de la madrina

Hace unos días se dio un episodio en barrio parque Norte con una menor, supuestamente, golpeada y una familia vecina interviniendo en el “rescate”. Las redes sociales ardieron. Muchos opinaron y se hicieron eco de una versión de los hechos, el escrache a través de facebook hacia los adultos que cuidaban a la niña, Prodenya, los políticos, la justicia, el perro que mordió el año pasado a otro perro, los huevos rotos de la verdulería y  a todo lo que se cruzaba,  no se hizo esperar.

PrensaLibreSn fue a buscar la versión de la madrina, (la de la vecina salió por todas las redes), directamente a su casa en barrio Parque Norte. Fuimos recibidos de manera amable, invitados a pasar a la vivienda, con disposición y necesidad de contar como fueron los hechos.

La semana pasada, M (niña de 13 años) y su madrina protagonizaban una escena familiar dentro de su casa. M estaba siendo retada, a los gritos y con amenazas de recibir castigo, por un faltante de dinero en la casa. En este marco interviene la vecina de al lado y llama a la policía. Esta se hace presente y lleva a M a la comisaría de la mujer, junto con la vecina. En sede policial dieron intervención a los órganos encargados de los menores y no se constataron lesiones en el cuerpo de M. La denuncia no fue tomada por la policía y al otro día la menor,  fue llevada al hogar El Amanecer, por una medida de abrigo tomada por el Servicio de promoción y protección de los derechos del niño, niña y adolescente (Prodenya).

Desde allí, según nos constaron distintas autoridades, M llamó a la madrina para que hable con Prodenya, arregle toda la situación para volver con ella y diría que la vecina la hizo mentir. Lamentablemente la madrina dio una respuesta negativa a M y esta tuvo varias crisis de nervio.

Maria Rosa Romero, la madrina, tiene 6 hijos y 8 nietos, vive en esta casa con su hijo discapacitado de 23 y M (antes que se la llevaran). Se mantiene con las pensiones por discapacidad. Nunca recibió alguna ayuda económica por M. Se hizo cargo de ella por primera vez cuando tenía 8 meses de vida. Se la dio su mamá biológica, Verónica Jaime. A los 4 años de edad, Verónica Jaime la reclama y se la lleva. Deambulo por distintos lugares, ámbitos y situaciones peligrosas. A los 6 años de M y con intervención de Prodenya y la Justicia le dan la guarda a su madrina. Tanto el padre como la madre de M, son personas ausentes.

En diálogo con nuestro medio, Maria Rosa, entre lágrimas, lamenta toda la situación y reconoce que para poner límites a la niña, gritaba y a veces le daba algunos chirlos. “Yo solo quería darle lo mejor. Siempre la atendí, aun dejando a mis hijos de lado. M me traía me traía muchos problemas porque es muy rebelde. Venía de una familia donde hay droga, prostitución…”, “… en este momento tengo miedo, los vecinos me amenazaron de hacerme echar de barrio, de sacarme de mi casa, de prenderla fuego si M volvía, la verdad que no entiendo todo esto y que los llevó a hacer el escándalo que hicieron, pueden preguntar en la escuela, ella iba de punta en blanco y no detectaron nunca los maltratos que se dijeron y, también el resto de los vecinos, que no se metieron en este problema… ¿Quién no grita en su casa y a veces le da un chirlo a sus hijos?…”

No podemos dejar de mencionar que la familia de al lado, hace un tiempo, se le efectuó un allanamiento donde se secuestraron algunas plantas de marihuana y que familiares de Maria Rosa fueron a buscar los documentos de la menor y estos le manifestaron que se lavaban las manos, que no querían saber nada más.

Prodenya sigue trabajando para recomponer la relación familiar de la niña con su madrina, como marca la ley y con los equipos de profesionales correspondientes, donde a veces no se llega con los objetivos perseguidos.

M, desde una institución para niños y niñas pupilos, pide por su madrina. María Rosa, con sus errores, aciertos y no haber podido ir a la escuela de madrinas para cuidar niñas y agradar a los vecinos, tiene mucho miedo.

Las redes sociales como facebook, a veces, nos pueden llevar a opinar sin saber y no dimensionar el daño que se está generando, cuando priman nuestras propias pasiones. Basta que alguien comente algo de un niño, perro, abuelo, problemas familiares ajenos, algo que en el consiente colectivo tenga sensibilidad, para que en segundos nos convirtamos en una horda enardecida con palos, antorchas, machetes, etc., capaces de colgar o quemar en la plaza pública a cualquiera que sea acusado, aunque sea, virtualmente.

 

 

 

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