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El feudo de los Passaglia y la ciudad decorado

2 agosto 2025 - 10:39

Corrupción organizada, justicia comprada, narcos disfrazados de funcionarios y un pueblo que paga la fiesta.

Un empresario lo dijo sin vueltas: “Nunca tuve un socio tan caro como los Passaglia”, y no exageraba. Porque en San Nicolás la política no gobierna: factura.

Los Passaglia convirtieron la ciudad en una unidad de negocios cerrada, una SAPEM mental donde el municipio es una excusa y el Estado, un socio que no reparte dividendos con el pueblo. Lo que empezó con azúcar contrabandeada en “El Pesado”, siguió con los millones de “Remediar” y se perfeccionó con la toma total de la estructura pública. Ya lo dije allá por 2013 – cuando por otros hechos – denuncié también en la Justicia Federal el desvío de fondos que produjo el primer allanamiento de la historia de la Municipalidad de San Nicolás y la primera imputación del clan, con Ismael a la cabeza.

San Nicolás no tiene un intendente: tiene una familia real sin corona pero con escribano, fiscales propios y jueces decorativos.

Justicia de utilería, fiscales de favores

La fiscal General Sandra Bicetti no llegó por concurso ni por trayectoria, sino por pacto en el Senado digitado por los Passaglia, como parte del blindaje institucional del régimen. ¿Su trabajo? Dormir causas. Proteger jefes. Simular independencia. Mientras tanto, fiscales que hacen su trabajo —como Patricio Múgica Díaz — son desplazados, silenciados o simplemente borrados del organigrama real.

Los jueces locales —y los de Rosario también— no fallan: obedecen. Son parte del engranaje. Firman lo que se les ordena, miran para otro lado, y se cruzan de vereda cuando el olor a corrupción supera el umbral de lo disimulable.

Policía: custodia del saqueo

La policía no patrulla: recauda. Se roban combustibles, facturan horas extras truchas, y hasta las ruedas de auxilio de los móviles nuevos desaparecen en manos de los mismos que deberían cuidar el patrimonio público. Arman empresas de seguridad paralelas para privatizar el miedo, y si un barrio protesta, mandan a la tropa. No para protegerte, sino para callarte.

El delito crece, los homicidios aumentan, y el municipio ni siquiera se inmuta. Porque para ellos, la inseguridad es un negocio más.

Salud arrasada, narcos al frente

La atención primaria está destruida. Centros sin médicos, sin guardias, sin turnos. La salud municipal es tierra fértil para el narcotráfico, que ya opera en los barrios con total impunidad. Rosario no exporta sólo violencia: exporta estructuras narco que se infiltran donde el Estado se retira. Y en San Nicolás, hace rato que el Estado abandonó su trabajo.

Educación: dinero evaporado

El Fondo de Financiamiento Educativo, que debería mejorar escuelas, comedores y salarios, no aparece. Pero sí se ven las plazas iluminadas, las veredas pintadas, y los carteles con la cara del intendente como si fuera una app de delivery.

Porque educar no rinde. Lo que rinde es pintar una plaza, facturarla al triple y hacer campaña con eso.

Desempleo, pobreza e impuestos impagables

San Nicolás tiene uno de los índices de desocupación más altos del país. Las últimas estadísticas muestran 8,5% de desempleo general y más del 20% en jóvenes. Pero mientras falta trabajo, sobran impuestos.

Los tributos municipales son de los más caros del país, y si no podés pagar, te cortan el agua. Así como suena. Un servicio básico convertido en arma de castigo. Y la acción social brilla por su ausencia: no hay políticas activas, ni contención real. Solo slogans, planillas y burócratas de escritorio. Clasismo institucionalizado, racismo encubierto.

Iglesias que rezan en silencio

¿Y las iglesias? Bien, gracias.

El obispo católico de la ciudad es el más obsecuente del país. Calla ante cada injusticia, se acomoda al poder como si el Evangelio dijera “no incomodarás al intendente”. Las iglesias evangélicas, por su parte, miran para otro lado o aplauden en actos oficiales.

El poder espiritual en San Nicolás ya no acompaña al pueblo: acompaña al poder.

Plazas de fantasía, hambre real

Todo lo que reluce en esta ciudad es decorado: veredas flamantes, murales, asfalto nuevo, luces LED. Pero no hay inversión privada. Nunca llegó una sola empresa que cree empleo real. El marketing urbano reemplazó a la gestión. Porque las placitas no se comen, los murales no curan, y el cemento no da dignidad.

Los que deben estar presos

  • Los Passaglia no deberían estar en el poder: deberían estar en la justicia.
  • La SAPEM no debería existir: debería ser auditada y cerrada.
  • La policía no debería robar ruedas: debería desarmar bandas.
  • La justicia no debería dormir causas: debería investigarlas.

Y vos, vecino, no deberías pagar con tu voto la fiesta de los que te exprimen. Tu vanidad, tu resignación, tu voto cómodo, llenó los bolsillos de los que se hicieron millonarios con tu ciudad.

San Nicolás merece justicia. Merece verdad. Merece vergüenza. Y vos, merecés mucho más que veredas de lujo y hambre en la heladera.

Por Mauricio Alejandro Spahn. Periodista, nicoleño, testigo del saqueo y de la cobardía generalizada, donde la verdadera pelea de todos es por el puerto de San Nicolás de los Arroyos.

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