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Tierra de vencidos

17 febrero 2019 - 11:07

Capítulo Cuarto: Perdón de Dios. Por el escritor nicoleño Raúl Rodríguez

Claro que no me dio el cuero para hacerme detective privado. Aunque no lo descarto. En esas pocas páginas hay una serie de leyes misteriosas que alguna vez me gustaría estudiar. Creo que la intención no estuvo para nada mal. Se dice que estos caballeros del estudio de las huellas y los rastros de sangre, existen o han existido en las grandes ciudades. ¿Habrá alguno en esta aldea con pretensión de ciudad? El día está con mucho sol. Un cielo muy limpio me invita a salir a vender churros. Soy Artemio Victus. De algo hay que vivir.

Este apartado tiene la aclaración siguiente: último espacio del Lado B. Los personajes fueron  los primeros en quedar en libertad.

Habla “Gatillo”.

“Lo que me hizo el Polaco no tiene perdón de Dios. Y miren que yo por él, por el Polaco, daba la vida, eh. Más vale que ahora muchos me chicanean que yo esto, que yo aquello, la posta es que yo nunca le fallé a él, al Polaco. La mala onda viene así. Chapamos unos cobres bastante fuertes reventando una casucha que estaba de los pelos y nos fuimos de joda a festejar por los volteaderos de América. Al primero que entramos fue al del Zapallo que tenía unos racimos de minas tan feas que había que entrar con una estaca y una cruz en lo alto para meterla. Igual ahí nos quedamos mientras nos zarandeábamos con Kaniche y otros cumbiamberos que la rompen. El Polaco es un gordito fanfarrón que la va de ídolo en la pachanga porque hace un pasito así y otro asá, así bebé, así, dame tu cinturita nena, dale girá con el Polaco, como una calesita de amor, y todas esas pelotudeces; y habla sin parar, así bebé, así escupiendo y usa zapatitos negros con punta blanca bien caretas, y saluda que a uno que a la otra sin dejar nunca de moverse como si tuviera la cintura colgada de un hilo; aprendé Gatillo, que si no sabés mover el esqueleto vas a morir virgen, pedacito de trolo. Y se ha cebado el ñato porque a mí no me sale, tengo menos zarandeo de cadera que mi abuelito cuando con todos los vecinos lo sacaron en el jonca cerrado abriendo un buraco en la pared que daba al potrero. Al final nos fuimos al Matame Nena que queda para el lado de allá. Vamos hacer historia Gatillo me chamuyaba el Polaco. La cueva está oscura. Hay una lamparita de esas que largan un color amarillento picadas con cagadas de moscas y unas sillas muy bacanas que nos hundimos hasta el upite cuando nos sentamos. Por una puerta de esas que se corren para acá cuando lo querés abrir y para allá cuando la querés cerrar, bueno, por esa puerta aparece  Mona. Mi Mona, con un yorcito que le llegan acá mirá acá y una remerita que no le tapa el ombligo. Divino pupo. El pelo le vuela o el que está volando soy yo y unos zapatos, ¿ah, tenía zapatos?, con un taco como de medio metro que dan ganas de decirle rompeme la cabeza nena que si viene de vos no me calienta y qué hace la turrita, viene y se sienta a mi lado. Tomá pa’ vos y le digo qué hacés en esta mugre nena venite conmigo que yo te voy a cuidar y no te voy a pegar y te voy a querer. ¿Viste? Y Mona me dice que bueno sos pero le tenés que pagar a mi marido, el cafiolo Campos, que medio que se hace el Choni; porque esto es así,  si no te boletean al tiqui taca, ¿me entendés? Y le digo dale ningún problema, mi amor, así que hablo con el fulano y le digo te doy mi Torino 80, dos máquinas hormigoneras, una bicicleta que le falta la rueda de atrás, si vos querés, y un grabador que tiene la antenita rota, porque efectivo no tengo. Eso que vos decís al contiqui, no tengo. El sorongo me dice, como si le comprara un atado de faso o un alfajor Suchard que a ella le gusta, llevatela qué me importa.  Y le digo qué tul viste y me la llevo tomá pa’ vo y ahí empezamos una vida nueva en serio y todo bien qué sé yo viste culeamos a cada rato con Monita. Ella sabe que la recontraquiero, llego de laburar y ella me tiene la comida calentita y seguimos así viste y una vez le digo al Polaco hacemos la última y me retiro, no sé, me iré a yugar a una compañía que se yo qué te parece Pola dale me dice y así salimos en la moto de él hacer el centro y damos la vuelta al perro y nada yo necesito algunos mangos viste que a Monita no la mantengo a verga viste, ya sé me dice el Polaco y qué te parece si hacemos unos boliches acá nomás bajate yo voy y vengo dale fijate qué pinta y cualquier cosa me mandás un mensajito. Y yo que la voy de vivo entro a lo yobaca; me bajo en la esquina del banco ese que está ahí enfrente del negocio ese grande de música y haciéndome el boludo pícaro me pongo a mirar todo pero cuando veo que pasan los minutos o las horas qué sé yo y la cana para ahí nomás casi tocándome la ñata me hago el gil y me las tomo porque jaja se sabe que soldado que huye sirve pa’ otra guerra qué sé yo, ¿me entendés?, y me voy retranqui porque todavía me quedan algunas mangos, y pienso que con eso podemos tirar con mi amor y rajo si total la vida es corta. Y cuando voy llegando veo la moto del Polaco en casa lo más campante ahí re milica la máquina en la puerta y yo digo si será jodón este Polaco que está acá en casa me dejó de plantón allá a boca ‘e jarro es para cagarlo un corchazo y digo es un amigo el Polaco y la cuestión que entro hola mi amor a la final no se dio hoy, mañana vamos por las dudas dame otro beso qué hacés así medio en bolas me estaba por ir a bañar bueno mi amor andá que ya te jabono la espaldita che; y las ojeras que se las pisaba la muy guacha. El Polaco ah no sé por qué y cómo que por qué porque la moto está en la puerta ah no sé ya vengo chuik y cuando miro para el lado del dormitorio veo que las puntitas de las llantas que se las había afanado en Jarama, asoman por debajo de la cama ah así que vos sos vivo yo también digo. Y ahí se mueven le mando un poco de nafta a la moto, sí la baño, que le saqué al Ami 8  y el tipito muy vivo le tira un fosforito bah una cajita de fósforos que se hace una fogatita y es cuando sale el Polaco y empieza a gritar agua la puta que los parió agua que se me quema la moto y vos boludo qué mirás agua y yo ni fu ni fa. Veo que qué lindo son estos fueguitos y cuando explota el tanque de nafta el Polaco cae de culo y se pone a llorar como un pibe y dice que yo no lo ayudé que soy un jodido que esto que aquello y todos los vecinos salen de sus cuevas y dicen ah pero es que en este barrio no hay seguridá, che, y ohhh cada vez estamos peor y uhhh yo no sé adónde vamos a ir a parar y veo que Mona está parada media tiesa ahí. El Polaco qué que va a ser ahora que a esa moto no la compra más que sale un fangote de guita y llora, bah se la tiene que garpar al Campos que quedó hecho un chicharrón carbonizado y juá, y Mona llora y qué que va a ser y es ahí cuando me le acerco y le digo a la oreja pateando la yeca se encuentran centavos, boleteadores y garcas y que estamos iguales porque yo tampoco sé que voy hacer ahora porque lo que yo más quiero me dejó seco y mi mejor amigo también me recagó. ¿Viste?”

Raúl Rodríguez

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