Porque nada queda oculto
Viernes 29 de Marzo de 2024
4 septiembre 2021 - 09:07
Fue llevado a las orillas de un río, en donde fue enterrado hasta el pecho y abandonado a su suerte; falleció a los tres días de hambre y sed.
La matanza de los mártires de Lyon, con el obispo San Potino a la cabeza, sucedió durante la persecución de Marco Aurelio, en el año 177.
Por revelación divina, el P. Marcelo consiguió escapar de la muerte y refugiarse en Chalonsur-Saône; pero cierto día, emprendió un viaje hacia el norte y en el camino se encontró con la comitiva del gobernador Prisco, quien lo invitó a un banquete en su casa. El religioso aceptó pero pronto se dio cuenta que Prisco y sus invitados se disponían realizar algunos ritos religiosos paganos, disculpándose de no tomar parte en la celebración, pues él era cristiano. El gobernador ordenó a Marcelo adorar la estatua de Saturno y como el sacerdote se negó rotundamente, Prisco ordenó matarlo.
El santo fue llevado a las orillas del río Saòne, y enterrado hasta el pecho en la tierra apretada siendo abandonado a su suerte, y falleciendo a los tres días de hambre y sed.