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¡Que duro es ser monte nativo y vivir en Argentina!

24 agosto 2020 - 19:17

Cuando se aniquila la naturaleza no hay nada. Ni siquiera futuro.

El monte nativo ha sido, desde la prehistoria y hasta hace varios siglos atrás, pura expansión, ciclo vital y empuje. ¡Ahora también lo es!, no crean que su poder ha menguado. Pero ya no puede ser, no lo dejan, lo aniquilan. El monte existiendo se traduce en árboles, animales, alimento, entramado armónico que posibilita la paz de la vida y la muerte. Cuando el monte no existe no hay nada. Ni siquiera futuro.



Los grandes poderes consideran que unos cuantos espinillos son nocivos, los pumas una molestia enorme, el tero que picotea es un incordio imperdonable. Los arroyos están mal puestos, hay que moverlos. Los ríos son inútiles, hay que detenerlos con hormigón para que sirvan de algo. Al poder no le importa si ahí mismo viven comunidades nativas, ecosistemas únicos, o si medio millón de personas en Facebook comparten una campaña en contra de la aniquilación. El poder simplemente quema, destroza, despoja.



Con odio digno de una historia del Antiguo Testamento, los grandes hombres de negocios –siempre amparados por sus colegas, los grandes políticos- han quemado por lo menos 500 kilómetros cuadrados de territorio de las Islas del Delta de Paraná. Esta cantidad de tierra es más o menos tres veces la ciudad de Rosario, ¡imagínate que tres Rosarios hayan ardido en llamas, consumiendo gran parte de sus casas y habitantes! Piensa en el horror que se respira en el amado Delta, donde acontece otro ecocidio más que contamos con nuestros propios dedos.



¿Te imaginas qué quieren hacer los poderosos con esta sagrada tierra, ahora que ya no tienen árboles y animales que les molesten? Se vislumbran modificaciones progresistas en las Islas del Delta, parece que por fin la vil “civilización” ha desembarcado, con todos sus rimbombantes avances. Sembrar soja, encerrar vacas para hacerlas malvivir, agotar la tierra y el agua hasta que, enfermas de veneno, el territorio quede completamente estéril, yermo, triste y desolado.



Retomo el título, ¡qué difícil que es ser monte nativo, ser humedal, ser pastizal, ser montaña y ecosistema en Argentina! Cualquier negocio vale más que el futuro. Hoy se queman las Islas del Delta, ayer de desmonta el monte chaqueño y las yungas con velocidades atemorizantes, hace años que inundan la selva en galería entrerriana, el cemento avanza sobre la hierba en una pulseada continua. Suspiro, qué injustos tiempos nos tocan vivir. Pero por algo estamos aquí, para dar pelea hasta el final.



Fuente: Artículo del N°4 de la revista de Camino Libre, leelo y descargalo en: https://bit.ly/caminolibre4

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