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La Navidad del “click” y el espejismo del crecimiento

26 diciembre 2025 - 12:52

Las bolsas llenas de deudas. Papá Noel se volcó a las cuotas y al e-commerce

Nota editorial de la redacción de PRENSA LIBRE SN

Aunque las cifras dicen que las ventas subieron un leve 1,3%, la realidad en las calles de San Nicolás cuenta otra historia. Entre el avance implacable del e-commerce y una calle Mitre que se convierte en “vidriera” para comprar por celular, el comercio local resiste en un escenario de endeudamiento y tarjetas al límite. ¿Estamos ante el fin del comercio tradicional nicoleño?

Caminar por calle Mitre durante esta víspera navideña fue, para muchos, un ejercicio de nostalgia y extrañeza. Aunque las cifras oficiales de la CAME intenten inyectar optimismo con un repunte del 1,3% en las ventas —quebrando por fin la racha negativa de los últimos dos años—, la realidad que se respira en el centro de San Nicolás dista mucho de ser una fiesta. Lo que se vivió este 2025 no fue una recuperación del poder adquisitivo, sino una mutación forzada del consumo hacia el endeudamiento y la frialdad de la pantalla.

El paisaje urbano reflejó una contradicción evidente, veredas llenas, pero bolsas vacías. Un gran porcentaje de nicoleños adoptó este año un rol de “espectador presencial”. Se recorrieron las vidrieras para comparar precios y texturas, pero la decisión final se tomó – en uno de cada cuatro casos – desde la comodidad de un smartphone. Este avance del e-commerce, que ya representa el 25% de la torta comercial local, es una herida abierta para el comerciante tradicional que aún paga alquileres altos en el casco céntrico mientras compite contra la logística implacable de plataformas globales como Shein o Temu.

La “resistencia” de la que hablan los dueños de locales históricos no es una exageración romántica. Para vender un par de zapatos en San Nicolás, cuyo ticket promedio escaló a los $60.041, el comercio tuvo que rendirse ante la dictadura de las cuotas. Casi no hubo billetes en las cajas; el 95% de las operaciones se diluyeron en plásticos y aplicaciones virtuales. Estamos ante una ciudad que celebró la Navidad “a cuenta”, comprometiendo el salario de los meses venideros para sostener el rito del regalo.

El contraste entre rubros también deja un sabor amargo. Mientras la Perfumería floreció por el acceso a productos importados, las jugueterías locales sufrieron una caída estrepitosa del 6,6%. Es una señal preocupante: el sector que debería ser el corazón de la Navidad está perdiendo la batalla contra los envíos puerta a puerta y la baratija digital.

En definitiva, San Nicolás se encuentra en una encrucijada. El leve crecimiento estadístico es, en realidad, un espejismo si se analiza que el consumo está hoy atado a la capacidad de pago futura de los vecinos y a la resignación de márgenes de ganancia de los comerciantes. No fue una Navidad de abundancia, sino de adaptación técnica. El comercio local ya no solo compite con Rosario o Buenos Aires; ahora lucha contra un click que, desde cualquier rincón del mundo, amenaza con vaciar de sentido y de gente las calles tradicionales.

Deudas en casa y persianas bajas en Mitre

Si el repunte del 1,3% en las ventas fuera una fotografía, sería una retocada con filtros para ocultar las ojeras. Detrás de ese número positivo se esconde una estructura social frágil: San Nicolás no está comprando con lo que tiene, sino con lo que espera tener.

El dato es alarmante: casi el 70% de las compras navideñas en la ciudad se financiaron. Esto significa que la cena de Nochebuena y los paquetes bajo el árbol ya nacieron debiendo intereses. En los barrios de la zona norte y oeste – donde el impacto de la inflación de los últimos años ha sido más voraz – el uso de la tarjeta de crédito ya no es una opción de comodidad, sino una herramienta de supervivencia.

El consumo actual en la ciudad es un “consumo de fuga”. Se gasta hoy porque se teme que mañana el peso valga menos, pero se hace mediante un endeudamiento que asfixia el presupuesto familiar para el inicio de 2026. Los vecinos están atrapados en una calesita financiera: pagan el mínimo de la tarjeta para poder seguir comprando lo básico, convirtiendo a la Navidad en un alivio momentáneo que deja una resaca de deudas por seis o doce meses.

Mientras tanto, el centro de San Nicolás enfrenta una crisis de identidad. Calle Mitre, históricamente el termómetro del éxito económico local, se está transformando en una suerte de “showroom” gratuito para las grandes plataformas. El fenómeno es cruel: el vecino entra al local, se prueba el talle, consulta la calidad y, frente al mostrador, busca el mismo artículo en su celular para comprarlo más barato en un sitio de envíos rápidos.

Este “vandalismo digital” silencioso está aniquilando al comerciante que apuesta por la ciudad, el que paga la tasa de seguridad e higiene y el que da empleo al joven nicoleño. Si la tendencia continúa, se corre el riesgo de que el centro comercial se convierta en una sucesión de locales vacíos o “depósitos de entregas”, perdiendo ese capital social de encuentro que siempre caracterizó a la ciudad.

La pregunta que queda flotando tras el brindis es cuánto tiempo más podrá sostenerse este modelo de “resistencia”. San Nicolás necesita algo más que promociones bancarias de un fin de semana; necesita una política local que proteja al comercio de calle frente a los gigantes tecnológicos y, sobre todo, una recuperación real del salario que no obligue al vecino a elegir entre el regalo de su hijo y la tranquilidad financiera del mes que viene.

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