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Hoy no es un día cualquiera

31 mayo 2017 - 14:19

La Casa del Acuerdo es uno de los símbolos identitarios de nuestra ciudad.

La Casa del Acuerdo es uno de los símbolos identitarios de nuestra ciudad. Antes que apareciera la desaparecida SOMISA a la ciudad de los nicoleños le decían “La Ciudad del Acuerdo” aunque en la ciudad estemos todos peleados y seamos facciosos en nuestro accionar.

El Museo y Biblioteca de la Casa del Acuerdo es el único museo en territorio bonaerense que está en la órbita de la Secretaria de Cultura; aunque este organismo nacional se acuerdo muy de vez en cuando de sus responsabilidades. Sus empleados con muchos años en la administración pública siguen siendo el motor de las iniciativas y son los que orientan a los lectores e investigadores para el acontecer diario.

La Casa del Acuerdo después de la sanción de la Constitución Nacional cayó en el olvido. En la década del 60 el Manual del Alumno bonaerense le dedicaba seis líneas  este acontecimiento histórico; con el tiempo y de la mano de las editoriales españolas y los historiadores porteños;  se perdió en la oscuridad de la historia. Ahora ni feriado local se decreta. Asi son las cosas y los “cosos” que manejan la memoria colectiva.

Pero el pueblo, a pesar de todo, sigue contando una historia que es la que queda en las memorias. Hubo una vez un juez de Paz llamado Alurralde; que hasta 1852 fue Juez de Paz de Rosas y que después de Caseros se pasó para el bando de Urquiza y prestó la Casa para que se reunieran los gobernadores rosistas con el que les ganó la batalla. Después todos, incluido Urquiza, se olvidaron. Como se iba  a acordar si se “rindió” ante Mitre y a los porteños nunca les causó gracia el Acuerdo de San Nicolás. Y que se iba a acordar si andaba con cuatro ojos para que no lo mataran sus capitanes Los Lopez Jordán- por las traiciones; hasta que lo alcanzaron en el Palacio de San José de Flores e hicieron justicia por mano propia el 11 de abril de 1870.

Para ese entonces la Casa del Acuerdo se estaba empezando a venir abajo. Debió pasarmdio siglo para que un 30 de mayo de 1919, el ingeniero Juan B. Arámburu, diputado por la provincia de Buenos Aires en el Congreso de la Nación, presentó un proyecto de ley, declarando de “utilidad pública” a la antigua casona solariega. Lo acompañaron con sus firmas, los siguientes legisladores: doctor Alberto Méndez Casariego, por Entre Ríos; doctor José Luis Ferrarotti, por Santa Fe; don Manuel A. Bermúdez, por la Capital Federal; don José M. Jaramillo, por La Rioja; doctor Marcial N. Quiroga, por San Juan; don Teófilo I. Gatica, por San Luis; doctor Carlos Gallegos Moyano, por Mendoza; y don Eduardo Padilla, por Tucumán.

El Poder Ejecutivo por decreto del 31 de diciembre de 1934, anticipándose a la terminación del juicio de expropiación, sustanciado en el juzgado federal de La Plata, dispuso entrar en posesión de la finca y que se iniciaran sin demora los trabajos de restauración, los cuales se desarrollaron entre el 13 de julio de 1935 y el 18 de febrero de 1936, por personal de la III Zona de la Dirección Nacional de Arquitectura, bajo la dirección de su jefe, arquitecto Jorge A. Tavernier, al cabo de un intrincado proceso de sucesivos proyectos y presupuestos, primero aprobados y luego desechados.

La casa, al término de su restauración, quedó rehabilitada oficialmente el 31 de mayo de 1937, con una peregrinación patriótica de los maestros metropolitanos, organizada por el Consejo Escolar II y presidida por el ingeniero Octavio S. Pico, nieto del redactor de las primitivas bases del Acuerdo, quien ocupaba en esos días la presidencia del Consejo Nacional de Educación. En esta ceremonia pronunció una erudita conferencia el doctor Antonio Sagarna.

El precitado decreto del 14 de mayo del mismo año, encomendó a la Comisión Nacional Honoraria la organización de este Museo y Biblioteca, presidiendo aquel organismo el doctor Tomás R. Cullen e integrándose, además, por los doctores Vicente C. Gallo, Juan B. Terán, Rodolfo Rivarola, Juan Álvarez, Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Walts), Luis María Campos Urquiza, Ricardo de Lafuente Machain, Carlos Rubio, Pío Pandolfo, José Luis Busaniche, Juan Pablo Echagüe, Enrique Udaondo, ingeniero Octavio S. Pico, monseñor doctor Antonio Caggiano, profesores Américo R. Varela y Francisco M. Santillán. Las complejas tareas de su cometido fueron encomendadas a los señores Cullen, Campos Urquiza, Santillán y Udaondo, bajo la dirección técnica de este último, de conocida y acreditada experiencia al frente de la dirección honoraria del Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires, en Luján. Esta subcomisión cumplió su cometido con particular eficacia, allanando muchos inconvenientes, propios de toda iniciación.

Hoy la Casa Museo y Biblioteca es patrimonio de la Nación. De una Nación que tiene un gobierno no que quiere y no debe  (mitristas en su origen )resaltar las historias de los paisanos del interior.  Pero como dice el pueblo uruguayo: “ya vendrán tiempos mejores”. Por de pronto  recomendamos recorrer la casa como paseo y disfrute de los nicoleños que, aun peleados, podemos ir solos sin que nos lleve nadie.

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