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Efeméride: La masacre de Rincón Bomba

10 octubre 2017 - 06:04

El 10 de octubre de 1947 en un operativo cerca de Las Lomitas, Formosa, Gendarmería Nacional abrió fuego contra una multitud de pobladores de la etnia Pilagá y otras etnias, causando aproximadamente entre 400 a 500 muertos. Más de 50 años después se inició una demanda contra el Estado Nacional por crímenes de lesa humanidad.

Se conoce con el nombre de «Masacre de La Bomba» o «Rincón Bomba» a la matanza ocurrida en octubre de 1947, en el paraje La Bomba, cerca de la población de Las Lomitas en la actual provincia de Formosa, que en ese tiempo se denominaba Territorio Nacional de Formosa.

Casi sesenta años un grupo de abogados, Julio César García y Carlos Alberto Díaz, a instancias de las comunidades pilagás presentaron el 1 de abril de 2005 una denuncia contra el Estado Nacional en el Juzgado Federal de Formosa por crímenes terribles contra el pueblo indígena.

Abierta la investigación, en marzo de 2006 un equipo científico forense halló en el lugar restos de 27 cadáveres de indígenas con restos de elementos militares compatibles con equipamiento de la Gendarmería Nacional.​

En marzo de 1947 miles de hombres, mujeres y niños comenzaron la marcha desde Las Lomitas, en Formosa, hasta Tartagal, en Salta. Eran braceros pilagás, tobas, mocovíes y wichís. Les habían prometido trabajo en el Ingenio San Martín de El Tabacal, propiedad del magnate Robustiano Patrón Costas .Les iban a pagar 6 pesos por día. Eso justificaba esa caminada de días y noches, más de cien kilómetros con hambre, cargando penurias y humillaciones. En abril llegaron a El Tabacal, se instalaron en las inmediaciones y empezaron a trabajar en la caña de azúcar. A trabajar todos, mujeres y chicos también. Pero cuando fueron a cobrar llegó la estafa: les quisieron pagar solo 2,50 pesos por día. Los caciques protestaron. Pidieron un encuentro con don Robustiano o cualquiera otra autoridad del ingenio. Nadie los escuchó. Pocos días después, Patrón Costas dio la orden de echarlos sin ninguna consideración.

Durante la primavera regresando a sus poblaciones de origen, se reunieron en torno a un sanador llamado Tonkiet (Luciano Córdoba) en La Bomba, a pasos de Las Lomitas y a escasos metros del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional.

Estaban agotados y enfermos. Recuerdan algunas pocas crónicas de la época y lo confirman las presentaciones de los abogados García y Díaz, las madres indígenas recorrían las calles de Las Lomitas y de los parajes vecinos para pedir un poco de pan. La estafa que había protagonizado Patrón Costas contra los braceros se fue corriendo de boca en boca. Por aquel entonces Formosa no era provincia, los gobernantes eran designados por el poder central, es decir, por el presidente Juán D. Perón.
Los pilagás decidieron formar una delegación para ir a pedir ayuda. Al frente se pusieron tres caciques, Nola Lagadick, Paulo Navarro (Pablito) y Luciano Córdoba. Hablaron con la Comisión de Fomento. Y también con el jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, comandante Emilio Fernández Castellano. El Presidente de la Comisión de Fomento se comunicó con el gobernador de Formosa, Rolando de Hertelendy, y éste con el gobierno nacional. Al enterarse, el presidente Juan Domingo Perón mandó inmediatamente tres vagones de alimentos, ropas y medicinas

Luego de varios días, llegaron solo dos vagones, y con aliment os en mal estado, lo que provocó intoxicaciones masivas y muertes. Sin embargo las memorias de los sobrevivientes sugieren que los alimentos provenían de los almacenes de Las Lomitas, habituales proveedores de las Colonias Indígenas estatales, y pudieron haber sido «entreverados con gamexane».

La indignación fue lógica. Las crónicas locales propalaron la versión de que la bronca se convertiría en estallido contra los habitantes y se infundió miedo. Los indios denunciaron que habían sido envenenados. El presidente de la Comisión de Fomento de Las Lomitas, a su vez, fue a hablar varias veces con el comandante de los gendarmes. Le decía que el pueblo tenía miedo que los hambrientos los atacaran… Obvio, después de las muertes por alimentación podrida, este rumor creció. La Gendarmería rodeó el campamento indígena con cien gendarmes armados y prohibió a los pilagás entrar al pueblo

Durante los primeros días de octubre de 1947, los gendarmes y más tarde Abel Cáceres, un funcionario de la Dirección de Protección al Aborigen, intentaron infructuosamente desalojar a los pilagás y despejar el paraje​ El 10 de octubre por la tarde, efectivos de la Gendarmería Nacional, dispararon con fusiles y ametralladoras pesadas contra la multitud. De acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes, la matanza y la persecución de las familias por el monte se extendieron durante semanas. Durante la primera mitad del mes, un número indeterminado de adultos y niños murieron debido a las heridas, a la sed, el hambre, y en otros fusilamientos. Durante la segunda mitad del mes de octubre se multiplicaron las capturas, se utilizó la violación como arma y se asesinó no solo a adultos sino también a niños.  El 11 de octubre, un día después del primer fusilamiento, un Documento Confidencial y Secreto del Ministerio, firmado por Natalio Faverio, Director General de Gendarmería Nacional, informó al ministro del Interior Ángel Borlenghi, sobre un supuesto levantamiento indígena y sobre la movilización de tropas por parte del Ministerio de Guerra a cargo de José Humberto Sosa Molina. El 16 de octubre un Documento Confidencial y Secreto firmado nuevamente por Natalio Faverio anuncia que un avión ha despegado el día anterior desde la Base MIlitar de El Palomar en Buenos Aires para colaborar en la represión. El avión se detuvo en Resistencia donde se le colocó una ametralladora Colt y se unió a la tripulación el comandante de la Zona Norte, Julio Cruz Villafañe​ Las familias capturadas con vida fueron llevados a su destino final en las Colonias Aborígenes de Francisco Muñiz y Bartolomé de las Casas a donde se las «redujo» a trabajar como peones bajo la administración de la Dirección de Protección al Aborigen y la vigilancia de la Gendarmería. ​ La prensa colaboró con el ocultamiento de los hechos de La Bomba, publicando un día después de ocurrida la masacre, las noticias de un «malón indio» atacando el pueblo de Las Lomitas . En muchos periódicos las familias pilagá fueron acusadas de haber protagonizado un «Levantamiento» (La prensa y La Razón, 12/10/47), que avanzó «sobre Las Lomitas» (Critica 12/10/47) asaltando a la población. Noticias Gráficas dijo que los pilagá «habrían hecho uso de armas de fuego», y «habrían dado muerte a una mujer», La Nación agregó que esta mujer era «cristiana».

El 1 de abril de 2005, la Federación Pilagá inició una demanda civil contra el Estado nacional, reclamando una indemnización económica por la matanza. La denuncia fue presentada en el Juzgado Federal de Formosa, a cargo del Juez Mario Bruno Quinteros.​ Esta demanda de características inéditas en el derecho argentino, fue fundada en el principio de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, calidad que los reclamantes atribuyen al hecho. Recibida la demanda el juez encomendó a un equipo forense la búsqueda de restos humanos en el lugar denunciado, hallando restos de 27 cadáveres compatibles con el hecho denunciado.​

El 14 de octubre de 1947, una de las ametralladoras que dispararon estaba a cargo de Leandro Santos Costa, en ese entonces alférez de Gendarmería. Fue felicitado por dicha fuerza por su accionar, considerándola «valerosa y meritoria». Luego de eso se dedicó a la abogacía, y ejerció como juez (incluso durante la dictadura cívico-militar, acaecida entre 1976 y 1983}. Fue integrante de la Cámara Federal de la ciudad de Resistencia (Chaco) hasta su renuncia en 1999, seis años antes de que se presentara la causa; y murió impune en 2012.

El 16 de octubre de 1947, el avión JU-52T-153, que había partido desde la base área de la I Brigada Aérea de la FAA, disparó a mansalva a los pobladores de la comunidad pilagá. Los disparos fueron realizados por el gendarme Carlos Smachetti, que se encontraba acompañado por otro piloto, dos mecánicos y un radioperador. La defensa de Smachetti, como único procesado, sostuvo que debía aplicarse el Código de Justicia Militar vigente en ese momento (actualmente derogado), y que se había violado el principio de juez natural.

El 6 de octubre de 2015, el procesamiento de Smachetti fue ratificado por la Cámara Federal de Resistencia, sin prisión preventiva, bajo la carátula de «homicidio agravado por alevosía, en reiteración de hechos, con el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso real, en calidad de partícipe necesario»​

Literatura:

Octubre Pilagá, memorias y archivos de la masacre de La Bomba, de Valeria Mapelman .

Marcelo Musante y Valeria Mapelman (Osvaldo Bayer, coordinador): Historia de la crueldad argentina, Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios. En el capítulo V: «Campañas militares reducciones y masacres, las prácticas estatales sobre los pueblos originarios del Gran Chaco», los autores analizan la masacre de Napalpí (de 1924) y la de La Bomba (ocurrida en 1947).

La novela Rincón Bomba: lectura de una matanza (2009), Orlando Van Bredam.

Hoy quedan aún pilagás que vivieron la masacre de Rincón Bomba y están dispuestos a dar su testimonio. Uno de ellos es el actual cacique Alberto Navarrete, un anciano que habla un castellano articulado como si fuera el idioma pilagá, y que le dijo a la enviada de la revista “Momarandu” que recordaba que era pequeño cuando ocurrieron los hechos. El era uno más de los que regresaban de Salta despedidos del ingenio San Martín. “Yo me estoy acordando del ´47. Gente amontonada en madrejón. Gendarmería disparó. Nosotros pudimos correr al monte. Yo visto eso. Yo declaré eso. Era 6 de la tarde. No teníamos armas nosotros. Correr nomás. Ellos tenían ametralladoras… No sabemos que pasó con todos, con las tolderías. Antes ya habían muerto envenenados. Yo visto eso. Muchos visto tirados, no se si los enterraron. Nosotros queremos saber”

 

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