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Crisis y salud mental: el 80% de los estudiantes de la UNR no podría pagar un tratamiento psicológico

9 junio 2025 - 10:29

Un relevamiento hecho por la consejería estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UNR reveló que ocho de cada diez estudiantes (79,6 %) afirmó que no podría pagar un tratamiento o terapia de salud mental.

El 80 % de los estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario no pueden acceder a un tratamiento psicológico por razones económicas. Por fuera de la casa de estudios, los establecimientos públicos observan que la demanda de atención se encuentra en alza desde que la sociedad dejó atrás el aislamiento preventivo de la pandemia. Los costos materiales de la vida atentan contra la posibilidad de que la población joven, la más afectada por esa experiencia, pueda acceder a un tratamiento psicológico de contención en un contexto de recrudecimiento del desempleo, la reducción del poder adquisitivo y las oportunidades en general.

Un relevamiento hecho por la consejería estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UNR reveló que ocho de cada diez estudiantes (79,6 %) afirmó que no podría pagar un tratamiento o terapia de salud mental.

Estos resultados lo que nos dicen es que es un tema cada vez más presente entre la población joven. El estrés, la ansiedad, la depresión son resultado de esto. No se puede pensar la salud mental como algo aislado de las condiciones materiales de vida, la mayoría de los estudiantes trabaja y algunos tienen hasta tres trabajos para poder sostener un alquiler”, dijo a Suma Política la consejera directiva de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Paulina Plancich, y agregó: “Esto también afecta a la subjetividad de los estudiantes al tener que cargar con todo esto”.

El informe no se queda ahí. La encuesta ahondó en la situación socioeconómica de los estudiantes y reveló que la mayoría de los consultados (54,4 %) vive con su familia, dos de cada diez (23,3 %) comparte el alquiler y sólo el 16 % alquila solo.

En cuanto a la situación laboral, sólo el 26,3 % del total tiene un trabajo con el cual se mantiene y sólo el 22,7 % no está trabajando ni buscando empleo. No obstante, uno de cada tres estudiantes universitarios está buscando una segunda fuente de ingresos (33,5 %) y el 17,5 % tiene más de un trabajo para poder mantenerse, entre changas de fines de semana.

La pandemia de Sars-Cov-2 marcó un parteaguas como suceso histórico, que es definido por muchos profesionales de la salud mental consultados por este medio como el catalizador de situaciones que estaban inmanentes en la sociedad pero no por eso desarrolladas, como sí lo estuvieron después del 2020 y la crisis humanitaria consecuente. No obstante, la población más castigada no fue otra que los trabajadores jóvenes, los cuales al día de hoy siguen arrastrando las heridas de un sistema que no les ha dado tregua ni en lo subjetivo ni en lo material.

Según los últimos informes publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la tasa de informalidad entre los jóvenes de hasta 29 años es del 58,7 % hasta el último trimestre de 2024, mientras que el segmento más golpeado por la pobreza es el de las personas menores de 30 años: uno de cada dos niños menores de 15 años (51,9 %) está por debajo de la línea de la pobreza, y en el segmento de entre 15 y 29 años la cifra es de 44,9 %.

El golpe contundente se observa en la percepción de los encuestados: el 93,7 % cree que las problemáticas de Salud Mental se vienen acentuando en el último tiempo: “Tenemos que tener en cuenta que un estudiante que tiene que cursar una determinada cantidad de horas, sumarle hasta dos laburos con una cantidad de horas, que es tiempo que le retiran al ocio y al descanso que un joven debería poder destinar y termina ocupándolas en seguir buscando un ingreso, porque no hay forma de llegar a fin de mes. Es muy frustrante para cualquiera, aún sin tener que mantener una familia”, reflexionó la referente estudiantil, que participó de la realización del informe.

Plancich explicó que la inquietud surgió a partir de que el estrés y las manifestaciones de frustración comenzaron a ser más frecuentes entre los grupos de estudio que llevan adelante las organizaciones estudiantiles, lo cual terminaba siendo razón de muchos casos de abandono de las carreras de grado: “Es cada vez mayor la deserción estudiantil, lo cual tiene que ver con una crisis económica, pero sobre todo con cuestiones subjetivas enraizadas en estas condiciones materiales de vida. Vemos que estamos implosionando de a poco en nuestra trayectoria educativa. Los estudiantes no pueden dejar de trabajar para poder sostener su techo y dejan de estudiar, con lo cual la problemática está muy enraizada en las condiciones de la salud mental”, explicó.

Por Manuel Parola para Suma Política

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