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Celebración del cumpleaños de María, la Madre de nuestra familia.

25 septiembre 2024 - 07:03

Nosotros somos los hijos de María que venimos a celebrar su cumpleaños.

Ella, como Madre ha preparado la Mesa y la comida desde hace tiempo y nos recibe con los brazos abiertos.

Como toda madre, la Virgen nos conoce por el nombre y por eso imaginémonos llegando a Ella con un nombre: llega Juan al cumpleaños de María, el mayor de sus hijos y le dice: te cuento Madre que mi familia es hermosa, mi esposa es única y mis hijos muy buenos, doy gracias a Dios por ellos; llega Lorena, la hija que le sigue en edad y le dice a María: madre, estoy destruida, mi esposo me ha sido infiel, nos hemos separado, los niños están heridos por dentro, se los ve tristes, están unos días conmigo y otros días con el padre, es horrible, no tengo consuelo, por eso vengo a verte, Madre.

Llega el tercer hijo, Pedro y le cuenta; Madre, mi trabajo va fenomenal, me han ascendido en la empresa, gano bien, puedo mantener a mi familia, hacer estudiar a mis hijos, estamos felices, vengo a festejar con vos; llega la otra hija, Claudia y le cuenta que su esposo ha perdido el trabajo y por la edad es difícil de conseguir uno nuevo, están viviendo con lo justo, hacen muchos sacrificios y apenas llegan a fin de mes, pero igual han querido llegar a festejar su cumpleaños.

Llega el quinto hijo, Manuel y le cuenta que su hija mayor, Teresita, terminó la universidad y se ha recibido de ingeniera, están felices y por eso vinieron al cumpleaños para darle una alegría y agradecerle a Dios; llega Inés y le cuenta que uno de sus hijos se ha hecho adicto de la cocaína y está luchando para ayudarlo a recuperarse, no se explican que es que lo ha llevado a la droga, su dolor es grande aunque no pierden la esperanza y no hay querido faltar al cumpleaños.

Llega el séptimo hijo, Sergio y le cuenta que, si bien viven austeramente, no les sobra el dinero, pero tampoco les falta, gracias a Dios, toda la familia está sana y eso, al final es lo cuenta y por eso, cada día le dan gracias a Dios por despertarse, vivir y gozar de buena salud. Finalmente llega la última de las hijas, Eugenia y le cuenta que el hijo mayor contrajo cáncer, está con quimioterapia, la están peleando y no pierden la esperanza de su sanación, pero, mientras tanto sienten en el alma que está sufriendo. Igual, no hay querido faltar a este encuentro de familia para celebrar el cumpleaños de la Madre.

La Madre, María Santísima, acostumbrada a recibir la vida como viene, templada por tantos desafíos resueltos buscando la voluntad de Dios, exhorta a la familia a celebrar la vida no obstante todo, a darle gracias a Dios por tantas bendiciones y a integrar positivamente lo negativo, a preguntarle a Dios: ¿qué quieres enseñarme con este momento doloroso? ¿en qué quieres que crezca como persona y como hijo tuyo a través de esta falta de trabajo, esta enfermedad, este dolor por mi hijo en la droga? A su vez los invita a agradecer por los logros, los momentos felices, la familia unida, el ascenso en el trabajo y la graduación de un hijo.

Finalmente les dice: hijos queridos, le pediré a Dios nuestro Padre por cada uno de ustedes, tengamos confianza en Él, no se olviden de su hermano mayor, Jesús, el llevó con constancia la cruz y recuerden que el final no es el viernes santo sino el domingo de resurrección. Miremos todos a Jesús con esperanza; Él nos dice que la historia no termina con la muerte sino con la vida en abundancia, la alegría en abundancia, por eso desde ahora, construyamos la civilización del amor desde las circunstancias en que estamos.

Toda la familia hace fiesta, se abraza, se consuela, se prometen mutuo acompañamiento y ayuda, entonces la tristeza compartida se hace mitad tristeza y la alegría compartida se hace doble alegría, por eso todos tienen motivos para celebrar el cumpleaños de la Madre que nunca deja, que siempre está cerca. ¡¡Viva nuestra Madre, cantémosle el cumpleaños feliz porque es única, maravillosa compañera de camino!! ¡¡Que los cumplas feliz!!

Luego ocurre como todos los festejos en la casa materna: la Madre preparó, nosotros llegamos, comemos, celebramos, disfrutamos y nos vamos sabiendo que todo es gratuito. ¡Te ayudamos a acomodar y a lavar los platos, Madre! ¡Como quieran! ¡Pero mejor partan, tienen mucho camino que hacer de vuelta! ¡Estaremos comunicados cada vez que me invoquen en la oración! ¡Yo también tomaré la iniciativa de hacerme sentir en el corazón de ustedes, por si algún día, muy ocupados, se olvidaron de dialogar un rato conmigo!!

Ah…les doy un consejo que tomé de Pedro, al que Jesús le confió la Iglesia: para hacer frente a los desafíos de la vida según el espíritu de mi hijo Jesús, hermano de ustedes; en la vida de cada día “Pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud, el conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraterno, y al espíritu fraterno, el amor” (Pe. 1,5-7). Desde allí no sólo podrán superar los obstáculos de la vida que no es un mar tranquilo, sino que sentirán la consolación de Dios, no perderán el ánimo.

Acuérdense también de Pablo, mi hijo, el apóstol, cuando dice: Dios nos consuela en nuestras luchas para que podamos consolar con el consuelo con el cual somos consolados. Hijitos, la fuente de nuestro consuelo es el Padre Dios, por eso le pedimos que nos consuele para poder consolar a aquellos que Dios nos confió para que nos hagamos cargo con amor y responsabilidad.

Antes de irse dejen que les dé un abrazo, quiero que, igual como cuando eran niños me sigan sintiendo como la madre que los anima, les seca las lágrimas y los devuelve a la vida. Hoy, aquí, María nos da un abrazo del alma. ¡¡Viva nuestra Madre!!

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