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Martes 23 de Diciembre de 2025
23 diciembre 2025 - 07:55
Durante sus siete días al frente del Poder Ejecutivo, Rodríguez Saá adoptó decisiones de alto impacto.
Adolfo Rodríguez Saá asumió la Presidencia de la Nación el 23 de diciembre de 2001, tras ser proclamado por la Asamblea Legislativa en uno de los momentos de mayor inestabilidad política, social y económica de la historia reciente del país. Su gestión se extendió apenas una semana y concluyó el 30 de diciembre del mismo año, cuando presentó su renuncia en medio de una acelerada pérdida de respaldos políticos.
Abogado, nacido el 25 de julio de 1947 en San Luis, Rodríguez Saá provenía del Partido Justicialista y se desempeñaba como gobernador de esa provincia al momento de su designación. No contó con vicepresidente, dado el carácter transitorio de su mandato, que surgió tras la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y la sucesión de gobiernos interinos en el marco de la crisis institucional de diciembre de 2001.
La Asamblea Legislativa lo eligió con el respaldo mayoritario de los gobernadores peronistas, con el objetivo de encauzar una salida política que contemplaba la convocatoria a elecciones presidenciales para marzo de 2002. El plan establecía que el ganador de esos comicios completaría el mandato presidencial hasta diciembre de 2003, conforme al período constitucional iniciado en 1999.
Durante sus siete días al frente del Poder Ejecutivo, Rodríguez Saá adoptó decisiones de alto impacto. Entre las medidas más relevantes se destacó la declaración del default de la deuda externa argentina, anunciada ante el Congreso, una resolución que marcó un punto de inflexión en la relación del país con los organismos financieros internacionales y los acreedores privados. Asimismo, propuso la creación de una nueva moneda nacional, denominada “el Argentino”, como alternativa para enfrentar la falta de liquidez y reactivar la economía, iniciativa que no llegó a concretarse.
En el plano político y simbólico, el entonces presidente recibió en la Casa Rosada a las Madres de Plaza de Mayo, en un gesto que buscó marcar una señal de acercamiento a los organismos de derechos humanos en un contexto de fuerte cuestionamiento social a la dirigencia política.
Sin embargo, el rápido desgaste de su figura fue evidente. La falta de apoyo sostenido de los gobernadores que inicialmente lo habían impulsado, sumada a la persistencia de la protesta social y a las dificultades para conformar un gabinete con respaldo amplio, debilitó su posición en cuestión de días. La imposibilidad de consolidar una base política sólida terminó por precipitar su decisión de abandonar el cargo.
El 30 de diciembre de 2001, Rodríguez Saá presentó su renuncia a la Presidencia, cerrando una de las gestiones más breves de la historia constitucional argentina. Su salida reabrió el escenario de incertidumbre institucional que derivaría, días después, en la designación de un nuevo presidente provisional por parte del Congreso.
La efímera presidencia de Adolfo Rodríguez Saá quedó así asociada a uno de los períodos más críticos del país, marcada por decisiones de fuerte impacto, proyectos inconclusos y una rápida erosión del poder político en medio de una crisis sin precedentes.
