Porque nada queda oculto
Domingo 16 de Marzo de 2025
10 febrero 2025 - 05:43
El 10 de febrero de 1912 se sancionó la Ley Electoral que permitió terminar con el fraude del régimen oligárquico reinante en el país.
Se conoce con este nombre a la Ley Electoral sancionada durante el gobierno de Roque Sáenz Peña que estableció el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio y puso fin de este modo, al fraude del régimen oligárquico que venía operando en el país desde la consolidación del proceso de construcción estatal en 1880.
La sanción de la norma obedece a varios factores: por un lado a una fractura en la elite entre aquellos que se planteaban aún partidarios de no innovar el viejo sistema –en general partidarios del dos veces presidente Julio A. Roca- quienes presentaban como única solución para el conflicto social existente a la represión (Ley de Residencia o “Ley Cané”, entre otras) y los llamados “modernistas” que veían necesario abrir el juego político ante la creciente conflictividad de principios de siglo, entre ellos además del presidente, se encontraban Carlos Pellegrini y Joaquín V. González entre otros reformistas.
Abriendo el juego político, pensaban estos últimos, se podría incorporar al sistema a los sectores opositores más moderados como los radicales y los socialistas – estos últimos ya participaban en elecciones- y aislar progresivamente a los sectores más radicalizados como los anarquistas. Esta especulación política, si bien no fue errónea, no contemplaba a priori la posibilidad de que los sectores gobernantes tradicionales perdiesen el gobierno, cosa que finalmente ocurrió en el año 1916 a manos del radical Hipólito Yrigoyen que portaba la bandera opositora al fraude del “régimen falaz y descreído”, pero desconocía que ya dentro del radicalismo anidaban también elementos de la vieja elite que serán, a la postre, los opositores al primer presidente elegido por la llamada Ley Sáenz Peña.
Voto femenino
Si bien esta ley no prohibía el voto femenino, al poco tiempo una ordenanza en la ciudad de Buenos Aires definió el uso del padrón del servicio militar para participar del sufragio, lo cual frenó este avance. No fue hasta 1947, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, que las mujeres en Argentina pudieron emitir su sufragio con libertad.