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Industria argentina en crisis

18 diciembre 2025 - 05:35

En el país solo se está utilizando el 61 % de la capacidad instalada, el registro más bajo desde 2002, y se pierden, en promedio, 394 puestos de trabajo registrados por día.

La industria argentina atraviesa una de sus etapas más críticas de las últimas dos décadas, con cierres de empresas, pérdida sostenida de empleo y una fuerte caída en los niveles de producción. Los últimos datos oficiales muestran que el uso de la capacidad instalada descendió al 61% en octubre, el registro más bajo desde 2002, en un contexto en el que, en promedio, cierra más de una empresa por hora y casi 400 personas pierden su trabajo cada día.

Según surge de los indicadores sectoriales, la industria es uno de los sectores que está pagando “el mayor costo del ajuste”. La baja utilización de la capacidad instalada refleja con crudeza la magnitud del problema: cuando la producción cae, las máquinas se detienen, los costos fijos se mantienen y los márgenes de rentabilidad se erosionan. Ese proceso, advierten especialistas, deriva en menos inversión, menos empleo y, en muchos casos, el cierre definitivo de las plantas. El impacto es aún más severo en ramas sensibles como la textil, que hoy opera por debajo del 33% de su potencial productivo.

Las cifras oficiales de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dan cuenta de la dimensión del deterioro. Entre noviembre de 2023 y septiembre de 2025 cerraron 19.114 empresas en todo el país, lo que se tradujo en la pérdida de más de 264.000 puestos de trabajo registrados. En términos cotidianos, esos números equivalen a casi 29 empresas que bajan sus persianas por día, alrededor de 1,2 por hora, mientras que el empleo formal se reduce a un ritmo promedio de 394 personas diarias, unas 16 por hora.

La tendencia lejos está de revertirse. De acuerdo con los últimos registros de la Secretaría de Trabajo, en los cuatro meses más recientes el empleo asalariado privado acumuló una caída de 49.000 puestos. Solo en septiembre se perdieron 10.700 empleos formales, lo que refuerza la idea de que los despidos y cierres no responden a hechos aislados, sino a un proceso que se consolida en el tiempo.

Los sectores más golpeados repiten un patrón ya conocido. En la construcción, la paralización de la obra pública y el fuerte aumento de costos generaron un freno casi total de la actividad. En la industria manufacturera, la apertura de importaciones se suma a la retracción del mercado interno, mientras que el comercio también muestra señales de agotamiento por la caída del consumo.

Uno de los síntomas más preocupantes aparece en la cadena de pagos. Una encuesta difundida por la Unión Industrial Argentina (UIA) reveló que casi la mitad de las empresas del sector enfrenta dificultades para cumplir con sus compromisos básicos. Según el relevamiento, el 47,5% de los industriales reconoció tener problemas para afrontar al menos una de sus obligaciones principales. Los impuestos encabezan la lista, con un 29,3%, seguidos por los pagos a proveedores, con el 26,7%. Además, un 8,2% de las firmas declaró inconvenientes en todos los rubros.

El informe también alertó sobre un fuerte incremento en los cheques rechazados durante el último trimestre, que se ubicó entre el 30% y el 40%. Un caso emblemático es el de Bodega Norton, que acumuló más de 40 cheques rechazados por un total de 618 millones de pesos y, además, registra una deuda bancaria superior a los 42 mil millones. Según la UIA, las pequeñas y medianas empresas son las más afectadas, en parte por los cobros al Estado que se extienden entre 30 y 90 días.

La gravedad del escenario quedó expuesta en una reciente reunión de la mesa directiva de la UIA, realizada en su sede de la Avenida de Mayo. Lejos de ser un punto más en la agenda, la crisis dominó el encuentro y marcó un clima de preocupación generalizada. Los informes internos mostraron una caída sostenida de la actividad manufacturera y del empleo, atravesada por la retracción del consumo interno, la apertura de importaciones y el encarecimiento del crédito.

En ese marco, y en un tono reservado, representantes de distintas cámaras sectoriales advirtieron que el parate se siente “en todos los niveles”, desde las pymes hasta los grupos de mayor peso. El presidente de la entidad, Martín Rappallini, evitó definiciones estridentes, pero admitió que “la situación es compleja”, una frase que sintetiza el diagnóstico compartido por buena parte del entramado industrial, que ya no habla de desaceleración sino de una crisis instalada.

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