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Narco farmacias

3 febrero 2018 - 14:09

Es bien conocido que varios comercios del rubro, se dedican a violar la ley vendiendo pastillas para dormir o anti depresivos a los jóvenes sin receta

Los vecinos suelen hablar de los “pibes drogados que hacen cualquiera, que no les importa nada”, y sí, muchas veces tienen razón. Pero alguien se preguntó ¿cómo llegan a ese estado?

Conseguir pastillas antidepresivas o para dormir, aunque no debería de ser fácil, lo es.

Legalmente, se compran con una receta especial de color rosado que, por lo general, emiten los psiquiatras luego de determinar que la persona necesita de un medicamento de estas características.

Pero, hecha la ley… la venden en algunas farmacias sin receta. Prensa Libre SN, no puede hacer mención de un comercio en particular por falta de pruebas materiales, pero a través de distintos testimonios, se supo que no es una sola farmacia la que comercializa las pastillas sin la receta debida a precios bastantes más elevados que los reales.

En la zona norte, hay una farmacia ubicada sobre una avenida que, vende a los jóvenes las pastillas sin receta y al doble de su valor real.

Los efectos entre los consumidores son variados, pierden la conciencia, alucinan y, muchas veces, en esa situación, cometen los peores delitos. En el menor de los casos, sufren mareos y hasta desmayos.

¿Es culpa de ellos?

Es fácil cortar el hilo por lo más delgado, como dice el viejo refrán: La culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. En este caso es igual, los pibes de bajos recursos son quienes recaen generalmente en este tipo de adicciones por su “bajo costo” en comparación con otras sustancias como la cocaína o las drogas sintéticas (psicoestimulantes fabricados a través de procesos químicos).

Las drogas sintéticas son consumidas, generalmente, por los sectores medios y altos en distintos contextos.

“La jarra loca” es una de las primeras versiones que se conoció popularmente del consumo de pastillas entre adictos. Ese tristemente celebre trago que se prepara en una jarra o botella cortada con bebidas alcohólicas y con estimulantes y/o tranquilizantes. La jarra pasa de mano en mano, bajo la mirada atenta de algunos vecinos que, pocas veces se preguntan ¿De dónde sacaron las pastillas?

Muchos de esos adictos, luego acuden a delinquir gracias al farmacéutico que les brindó la posibilidad de acceder a drogarse.

Puede afirmarse que no es cuestión de seguridad, ante todo es una cuestión de corrupción, segundo de salud y también de integración social.

Los pibes de bajos recursos económicos sin acceso a la educación e igualdad de oportunidades laborales son las principales víctimas de esta adicción,  algunos terminan con daños neurológicos irreversibles y otros pueden llegar a perder la vida.

En los sectores populares de San Nicolás es donde más se nota el consumo debido a la gran masa de gente que vive en los barrios, eso no quita que los “chicos bien” no se droguen, las sintéticas, que son más caras, comienzan a ser consumidas a partir de los 14 años de edad según investigaciones recientes.

Para hacer esta nota bastó con escuchar a algunos nicoleños que contaban a Prensa Libre SN la “indignación” que les causa saber de estas situaciones. Es inevitable hacerse algunas preguntas: ¿Quién controla a las farmacias? ¿Lo hacen? Si lo hacen ¿Cómo no dan con los responsables?

Como pasa mayormente, se criminaliza al más pobre, al adicto, pero no se lo trata.

Es de suma importancia que todos nos veamos involucrados y comprometidos en el combate contra la corrupción de esos inescrupulosos comerciantes que lucran a costa de los más jóvenes, sin pensar en las consecuencias, primero físicas y psíquicas de estos y, tampoco, en la influencia que sus acciones representan para con toda la sociedad.

 

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