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Gracias al anarquismo: 1º de Mayo, Día del Trabajador

1 mayo 2019 - 12:49

En el año 1886 un grupo de trabajadores en USA, fueron asesinados por exigir mejores condiciones de trabajo

A nivel mundial se conoce, el 1º de Mayo, es el “Día del Trabajador”.

La historia del Día del Trabajador es triste, pero sirve y sirvió de ejemplo para muchos luchadores obreros en todo el mundo, en 1886 Andrew Johnson, por entonces presidente de los Estados Unidos, convirtió en ley la jornada laboral de 8 horas, pero muchos estados se resistían a aplicarlo, debido a los intereses económicos enquistados en el poder político.

En Chicago, epicentro de la industrialización por el desarrollo del ferrocarril, la jornada laboral era de 12 a 16 horas por entonces, hasta que una protesta pacífica en Haymarket Square, se salió de control debido al estallido de una bomba un 1º de mayo.

Un artefacto explosivo detonó y mató a varios policías que trataban de poner fin a la huelga que se llevaba adelante en una fábrica, por quienes, en la actualidad, conocemos como “Los Mártires de Chicago”. Nunca se supo en realidad quién puso la bomba que mató a los uniformados, pero, lo mejor por aquel entonces, fue culpar a los “rebeldes” que estaban dentro de la industria para acabar con la protesta conocida como “La Revuelta de Haymarket”.

“La Revuelta de Haymarket” terminó con 31 trabajadores, en su mayoría anarquistas, acusados por la detonación, cinco de ellos condenados a la horca y tres a prisión. El total de los 8 condenados fue conocido como “Los Mártires de Chicago”. A raíz de aquel episodio, en muchos países del mundo, distintos presidentes democráticos instauraron el 1º de mayo como el “Día del Trabajador”

Los “Mártires de Chicago”

George Engel: alemán que emigró a EE.UU. en 1873. Tipógrafo y periodista.

“Es la primera vez que comparezco ante un Tribunal americano y en él se me acusa de asesinato. ¿Y por qué razón estoy aquí? ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma razón que tuve que abandonar Alemania, por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora.

Adolf Fischer: alemán, periodista.

“No hablaré mucho, solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponéis, porque no he cometido crimen alguno (…) pero si yo he de ser ahorcado por profesar mis ideas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo nada que objetar”.

Samuel Fielden: pastor metodista y obrero textil.

“Se me acusa de excitar las pasiones, se me acusa de incendiario porque he afirmado que la sociedad actual degrada al hombre hasta reducirlo a la categoría de animal. ¡Andad! Id a la casa de los pobres y los vereís amontonados en el menor espacio posible, respirando una atmósfera infernal de enfermedad y muerte.

Albert Parson: ex candidato a la presidencia de Estados Unidos.

“¿Creéis señores que cuando nuestros cadáveres hayan sido arrojados a la fosa se habrá acabado todo? ¿Creéis que la guerra social se acabará estrangulándonos bárbaramente? ¡Ah, no! Sobre vuestro veredicto quedará el del pueblo americano y el del mundo entero, para demostraros vuestra injusticia y las injusticias sociales que nos llevan al cadalso”.

Louis Lingg: el único de los acusados dispuesto a usar a métodos terrorista, experto en bombas y carpinteros

“Me acusáis de despreciar la ley y el orden, ¿Y qué significa la ley y el orden? Sus representante son los policías  y entre éstos hay muchos ladrones (…) Yo repito que soy enemigo del orden actual y repito que lo combatiré con todas mis fuerzas mientras respire”.

Michael Schawab: alemán, tipógrafo

“Si nosotros calláramos hablarían hasta las piedras. Todos los días se comenten asesinatos, niños son sacrificados inhumanamente, las mujeres perecen a fuerza de trabajar y los hombre mueren lentamente, consumidos por su rudas faenas y no he visto jamás que las leyes castiguen los crímenes”.

August Spies: director del diario socialista Arbeiter-Zeitung

“Se me acusa de complicidad en un asesinato, se me condena a pesar de que el Ministerio Público no ha representado prueba alguna de que yo conozca al que arrojó la bomba, ni siquiera de que en tal asunto haya tenido yo la menor intervención”.

Oscar Neebe: vendedor de levaduras que desde joven trabajó a favor de los desheredados

“Durante los últimos días he podido aprender lo que es la ley, pues antes no sabía. Yo ignoraba que pudiera estar convicto de un crimen por conocer a Spies, Fielden y Parsons”.

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